Flowlife

 

La vida pone en nuestro corazón colores inimaginables en forma de persona.

Basado y escrito con la ayuda de mi querida amiga Carmen López 

 

Todo surge. Cuando abres los canales adecuados para que la vida fluya. Pasas parte de tu existencia reprimiendo emociones. Cerrando puertas a los sentimientos. Los que duelen. Los que podrían doler. Los que ni siquiera conoces. Condicionas tu bienestar a lo que los otros puedan hacer por ti. Mucho, poco o nada. No hay nada que un factor ajeno a ti mismo pueda hacer para satisfacerte si tú no quieres ser satisfecho. Si no te arriesgas. Si no abres el pecho y empiezas a respirar a pleno pulmón. Si no escuchas la música que suena en tu interior. Porque solo en nosotros mismos existe ese mecanismo que nos acerca a la felicidad o al suicidio. Porque no es necesario arrojarte por un puente para morir. Puedes ser un zombi que come, que trabaja, que no ama, que ya ni besa, TV, móvil y a dormir. Mañana será otro día. Otro día más.

Existen muchos que deciden morir cada día un poco más. Cuando ahogan quejas, resentimientos. Cuando ni siquiera hablan. Cuando asienten sin pensar. Cuando gastan sin medida para satisfacer lo que no han podido adquirir con amor. Cuando renuncian a ser lo que son. Porque ya lo han olvidado. Porque es mejor no recordar que una vez, también fueron valientes o cobardes, desconocen ya quienes fueron, quienes son. Que una vez decidieron ir a por todas. Que una vez abrieron puertas y ventanas para respirar todo lo que la vida tenía, todo lo que podía darles y más aún. Pero llega el dolor, el día a día, el estrés, la rutina, la falta de tiempo, de sentimiento, de emoción y con él, el miedo a sentir. A no saber qué hacer con todo eso que les perfora el sueño. Toman la única salida que son capaces de ver. Culpar a los de su alrededor, de haberlos encerrado en una caja, en una jaula, en una vida. Culpa frente a responsabilidad. Responsabilidad por la vida. Por su vida. Responsabilidad por las propias elecciones.

Ser responsable, parar unos instantes, parar por entero. Regresar a lo más profundo. Decidir escuchar aquello que ya no se oye porque el ruido externo ha atrofiado los sentidos…

Respira, rehaz para volver a creer … Respira. Para. Escúchate. Palpitas. Ama cada poro de tu ser. Renace de nuevo. Renace en ti. Regresa a lo que eras, o nace como uno nuevo. Sin barreras. Vulnerable. Tú. Entonces sí, todo estalla dentro como una revolución soñada y deseada. Empiezas a sentir de nuevo. Miedo y amor. Placer y dolor. Y tienes la certeza de que has esperado todo este tiempo para recuperar estos instantes en los que nada importa, en los que todo importa. Enciendes la llama, la soplas, la avivas. Ya no hay marcha atrás. No dejarás que esto se apague nunca más. Ahora ya sabes quién eres y de lo que eres capaz. La vida surge en ti.