La soledad del líder

Estamos frente a una situación (no sé si decir ya de post-pandemia) de grandes cambios que han puesto a personas y organizaciones en situaciones de vulnerabilidad extrema, bien sea por logística o problemas técnicos, bien sea por el agotamiento mental tanto de líderes como de equipos. Después de muchos meses de trabajo en remoto y formato presencial bajo situaciones extraordinarias, estamos volviendo poco a poco a la nueva normalidad.

En estos momentos, cada organización se está adaptando a las circunstancias actuales de diferentes maneras, no hay una fórmula magistral.

Algunas empresas hacen un mix recuperando espacios presenciales, otras siguen con mucha cautela, otras siguen con el remoto, pero sea cual sea la solución adaptada, muchos  líderes y sus equipos están afrontando los efectos secundarios de la situación covid con una disminución de clientes, la desaparición de proveedores, la falta de adaptabilidad a la digitalización, plantillas todavía en ERTE, retrasos en los suministros de materias primas, la fuga de talentos hacia empresas con mejores condiciones de bienestar laboral entre otros.

Las maneras de gestionar y liderar personas han cambiado. Valores como la confianza, la conexión, el bienestar organizacional han tomado una relevancia sin precedentes en este nuevo paradigma. Los líderes se encuentran frente a grandes desafíos para gestionar a las personas de sus equipos que han vivido de muy diferentes maneras esta situación. El gran reto y responsabilidad que les ha supuesto hace que en muchas ocasiones sientan la “soledad del líder”.

Esta soledad nada tiene que ver con las horas de trabajo en solitario para la correcta toma de decisiones. La soledad a la que me refiero es aquella que suele derivar en estrés, ansiedad, “mal humor” general, falta de motivación y desilusión. Es la soledad del que asume una responsabilidad 200% y que cree que es cuestión de “acostumbrarse” porque el rol de líder la lleva implícita.

Muchos líderes en el entorno laboral se sienten solos a pesar de estar rodeados del personal, proveedores e incluso clientes. Esta soledad aumenta cuanto más jerarquizada esté la empresa y más alto sea el cargo ocupado. También depende del sector y del tipo de compañía. No es lo mismo la soledad de un líder en el sector industrial que en una empresa de servicios donde por lo general se invierte más en formaciones de inteligencia emocional, como tampoco lo es una pyme familiar o una multinacional. Son percepciones y verbalizaciones que se confirman en conversaciones de coaching o sencillamente eso, percepciones.

El hecho de tomar decisiones en tiempos de cambio como los que estamos viviendo, el cómo decidir frente a la incerteza, la sensación de impotencia en algunas situaciones, genera un sentimiento de incomprensión que no hace más que agravar la situación.

A pesar de todo lo que sienten, necesitan seguir motivando, impulsando y cohesionando a sus equipos para que la organización siga adelante cosechando éxitos, y que sea eficiente en esta nueva normalidad. Necesitan seguir siendo el motor que empuja. De cara al exterior todo está bien, motiva, saluda, pregunta, decide, impulsa, pero una vez solo en su despacho vuelve a sentir la carga de la responsabilidad al 200%. Si esa carga se hace muy pesada acabará en estrés y en el peor de los casos en síndrome de Burnout. 

Este estrés afectará a la toma de decisiones, en su rendimiento, en su actitud e incluso en muchos casos en su vida personal. Su desconexión y desvinculación emocional de apertura y conexión con sus equipos, con su entorno laboral disimulando emociones y sufrimiento le restará competencia y efectividad.

El estrés que es entendido como factor de impulso en algunos momentos puntuales es normal. Cuando este estrés se convierte en la normalidad afecta de diferentes maneras: fatiga y cansancio, dolores indefinidos, insomnio, ansiedad y decaimiento como poco. Son las respuestas a las dificultades de tener que tomar decisiones que afectan no solo a nuestros trabajadores sino también a sus familias.

Los conflictos internos que se han generado durante la pandemia, la presión externa, la sobrecarga laboral, la comunicación insuficiente, la falta de seguridad son ejemplos de lo que escuchamos y vemos. El estrés por estas y similares circunstancias, genera su vez frustración, resentimiento y culpabilidad.

Contar con un equipo de confianza donde practicar la empatía y la escucha, donde poder expresar sin miedo, donde compartir las dudas y la presión a pesar de que la última decisión recaiga en sus espaldas, es clave. Para que el liderazgo y gestión de equipos sea exitoso, sin sentimiento de soledad en ninguno de sus líderes, la relación debe ser bidireccional. La motivación, la información, la comunicación se deben dar en los dos sentidos.

La escucha debe ser bidireccional y el líder debe dejarse ayudar si quiere que sus personas remen a una. Minimizar la soledad tanto en el ámbito laboral como en el privado pasa por hacer peticiones, pasa en muchos casos por abrirnos a esas grandes desconocidas. Las emociones.

Cuando hablamos de emociones en niveles de dirección nos encontramos en algunos casos con una mirada de incredulidad que recibimos y sentimos como si nos estuviesen verbalizando un ¿en serio? Si, en serio. Mostrar emociones te hace humano, te acerca a las personas. La vulnerabilidad es una fortaleza que pocos directivos explotan. En general frases como “si me muestro vulnerable me verán débil”, “eso no es para mí” dichas incluso con un poco de arrogancia siguen estando hoy como creencias en algunos sectores donde siguen existiendo unas claras divisiones jerárquicas de control y miedo a expresar.

Sin vulnerabilidad no se forma un equipo conectado, sin equipo lo único que existe es un conjunto de personas trabajando solas que de tanto en tanto se preguntan y colaboran, pero que en muchos casos ni siquiera están alineados. Y en general si te sientes solo, lo más seguro es que en tu equipo alguna persona también. Apostar por esas relaciones tanto como individuos como equipo es fundamental.

El líder que abre su corazón, que comparte, que conecta, genera empatía, genera bienestar a su alrededor haciendo de su entorno un lugar mejor. Las emociones se contagian, si contagias esa apertura a tus equipos, a tus personas, la motivación aumenta. El rendimiento también.

Como dice Brené Brown, “La vulnerabilidad es donde nace la innovación, la creatividad, el cambio”. 

Una de las herramientas para conseguir esa apertura a la vulnerabilidad que se necesita tanto en líderes como en equipos es el coaching empresarial. El coaching te permite verbalizar emociones, verbalizar y darte cuenta que “no estás solo”.

Es acompañamiento en un entorno confidencialidad y confiabilidad.

Se facilita para el desarrollo de equipos, así como de sus directivos. En ese desarrollo, las habilidades de comunicar desde la confianza, el aprender y descubrir como la vulnerabilidad puede ser una gran fortaleza y el cómo impulsar nuestra mejor versión en conexión y colaboración tanto como individuos como equipo son habilidades de adaptabilidad y cambio. De superación y de desarrollo de la mejor versión de cada uno de nosotros para con los demás. 

Si necesitas más información de cómo te podemos ayudar para generar ese bienestar que necesitas tú y tu organización no dudes en ponerte en contacto con nosotras info@withoutfilters.es

Descubre más en https://withoutfilters.es/liderazgo-y-coaching-para-empresas/